sábado, 12 de septiembre de 2009

Poema 169.

Aunque en este blog no es donde suelo colgar los poemas que escribo, voy a hacer una excepción.



Poema 169.


Sigo el ritmo de tus caderas
Recordando con nostalgia
Que he olvidado ese todo
Que al final no fue nada.

Las heces descienden
Largas y flácidas
Y yo veo al que nunca.
Pero siempre ahí habita.

Con el agua apuntando hacia el cielo
Disparando con furia sus chorros
Mientras la luz mortecina nocturna
Siluetea sus figuras de mierda.

Mis palabras son maldiciones
Que surtirán efecto en sus auras
Como karma maléfico es la sombra
Que dejaste olvidada en el invierno.

Auguro que tus placeres efímeros
Seguirán vaciando tu alma
Y seguirás muriendo en vida
Sin saber, siquiera, que aún vivías.

No vuelvas, es tarde para ello
Muere, si quieres, en los brazos poco listos
De aquel que habita en las heces de mi patria
Que en el muro de los recuerdos, verás por siempre reflejado
Como un bicho lastimero que patalea cuando se le pisa.


Dios tarda pero no olvida
¿No crees en Dios?
Entonces, muere.
No vales la pena, ni la alegría.


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