miércoles, 17 de julio de 2013

Sur

Antes que nada, pido disculpas por cualquier error que pudiera hallarse en lo que sea que esté por escribir en un momento (porque la verdad no tengo idea) en vista que es la primera vez que redacto algo (como ya vengo haciendo) desde el celular.


Yo aquí y tú allá, como si no supieras -y es que, en verdad no sabes- que estoy tomando un cappuccino, solo, en este invierno limeño, citadino e iluminado.

Tú allá cómo si no supieras que te echo de menos sin nunca haberte tenido, recordando tu aroma que nunca he percibido y mirando tus ojos que jamás miraron los míos; no como yo quisiera o habría querido.

¿Sufres? No sé, pero lo he sentido. Y es que sé que el corazón te ha dolido por el que ha partido. Claro, te entiendo tanto que no podrías creer que es verdad lo que te digo: que a mí también me ha dolido, porque de mi corazón también se han ido.

Tu allá y yo aquí, solo, y con el café frío, rodeado de extraños y desconocidos, distraído por el pensamiento de tus labios rojizos, de tu faz blancuzca como de tu voz el sonido, como de las uñas azules que se han oscurecido, como despertada y bañada de vino tinto.

Paz, ¿la buscas? Encuéntrala mientras te escribo, con los hexadecimales de mi destino que ojalá fuera el tuyo aunado al mío. Un porvenir de cantos, bailes y ruidos, propios, tuyos y míos.

Ven pronto. Luego de mirar las flores y haberme respondido, ven ya y descubre al desconocido, al que te escribe ahora mismo, sin que sepas, que ni siquiera existo.

Ven, descúbreme, olvida al desaparecido, y rescátame antes que caiga al hoyo negro que significa mi propio olvido.

Ven, haz formas mágicas con tus dedos, azules, y que me creen un ritmo, con el que podamos dormir, para siempre, entrelazados tú y yo hasta el último latido y creer, al fin, que por una vez me has querido.

No hay comentarios.: