Calor.

Hace calor. Últimamente no tengo ganas de escribir. Se me acabó la inspiración. ¿Encontraré algo que me devuelva las ganas?

Esta entrada está aquí sólo para que el blog no se desintegre, para que no deje de existir. Son las 2:20AM y tengo calor y no quiero dormir. Ahora mismo siento que escribo por compromiso, porque veo este lugar y me apena verlo así.

Y me están pasando tantas cosas y no quiero contarlas. Simplemente no quiero; no me da la gana. Tengo un malestar físico que se ha mezclado con uno espiritual.

Estoy aburrido.

Si no fumara, ¿qué sería de mí? ¿Acaso el cigarro es mi único consuelo?

Veo blogs tan llenos de parafernalia que hace que quiera más el mío. Que lo estime, que lo aprecie. Que sólo esté lleno de estos caracteres monótonos que juntos pueden formar las más sublimes de las pasiones.

La palabra no sería nada si no pudiera ser retratada en esta especie de lino tipo binario, que refleja las emociones de una manera tan fría y sin sentimiento. ¿Estaré perdiendo el sentimiento? ¿Me habré dado cuenta, por fin, que escribir no es lo mismo que hablar? ¿Contar una historia con palabras impresas no es igual que contarla de manera oral?

No me importa. Mi pseudo vena literaria ha sucumbido ante la catástrofe más enigmática; tan misteriosa que no yo mismo sé de qué se trata.

Sólo sé que nada sé: no puedo creer que exista una frase tan sensata que encaje con el momento que vivo, que está tan lleno de esa vida inútil e infructífera que merma mi existencia efímera.

Ahora que está cerca, la siento más lejos. Y cuando la tenga, ¿la sentiré realmente cerca?

No sé si la quiero como creo, creo que es más, pero la duda amaina cualquier deseo.

Es una conclusión tan ardiente y llena de deseo; una conclusión que no es concluyente pero sí es gastricienta:

Cuando más rodeado de humanos estoy, más sólo me siento. Como hoy, como ayer.

Como siempre.