domingo, 7 de julio de 2013

Freguesía portuguesa



Caminó, como todas las tardes, a través de la transitada avenida Brasil. Conocía perfectamente el camino, esas veredas llenas de huecos, ese olor a combustible quemado que los buses emanaban y ese ruido de bocinas por doquier. Un entorno familiar.

Ricky no llegaba a los veinte años. Solía tocar en una banda de rock conocida, pero no exitosa (que para él no significaba lo mismo) y todos los días caía a ese lugar frecuentado por todos quienes, como él, tenían una banda: Galerías Brasil.

Cuadra doce de esa avenida, justo entre el límite entre Jesús María y Pueblo Libre. Viviendo tan cerca sería imposible no acudir allí. Nadie tenía que pedirle que fuera. Nadie tenía que recordarle que fuera. Él tenía que ir.

Allí estaba otros como él, muchachos de peculiar look. Se sentía parte de ellos. Iba a comprarse polos, discos compactos y vídeos no muy populares de bandas no tan populares. Y si se quedaba mucho tiempo iba donde la señora que vendía hamburguesas eal fondo del segundo piso.

Durante muchos años se reunió con amigos y colegas musicales allí. Era el punto de encuentro para muchas actividades: irse a ensayar, pegar afiches antes de algún concierto, o simplemente coordinar algo con otra banda. Era un mundillo que Ricky no cambiaría por nada en el mundo.

Tocando su bajo negro, muchos fines de semana, se paseaba con su banda por los distintos bares limeños, con actitud, con fuerza, fumando muchísimos cigarrillos sin importarle ni el cáncer ni el futuro. ¿Para qué pensar en eso? El moriría joven.

Y, entonces, la vio.

Apenas unos cuantos años menor que él, de largos cabellos negros, como su atuendo, y pálida piel; y no pudo olvidarla. Nunca podría olvidarla.

¿Un rockero tímido? Figúrense.

Ella tocaba la guitarra. Él jamás se fijó si la tocaba bien o no, porque cuando ella ponía los pies sobre el escenario, la actitud arrolladora se lo llevaba todo de encuentro, con él incluido. 

Alguna vez, en uno de los poquísimos conciertos que les tocó compartir intercambiaron algunas palabras. "Con ella ser misterioso no funcionará" pensó, porque ella era toda misterio. Y al infeliz no le salían las palabras. Sin embargo, era más fácil para él conversar con las demás integrantes de su banda.

"Es normal".

Y como todo en la vida pasa (o casi todo), se rindió de tanto intentar conseguir algo más con su banda tras varios años. "Tienes más talento como escritor" le decían, aunque él no lo creyera del todo (y hasta hoy lo siga dudando). Problemas con el vocalista de su banda lo alejaron de ese mundillo que tanto le gustaba, de los amigos de peculiar look y de ella, sobre todo de ella. A quien no veía mucho, pero cada vez era significativa, porque su olor y presencia lo difuminaban todo.

"¿Es posible que alguien se grabe en tu memoria como el hierro sobre el cuero?"

Ricky siguió escribiendo, pero jamás frecuentó lugares de escritores como antes frecuentó lugares de músicos. Es sabido que los escritores son muy celosos e hipócritas con los colegas. No tanto con los que comienzan y piden consejo (porque aquello les infla el ego) pero sí con el resto.

"El infierno son los otros".

No encajó, pero siguió escribiendo y pensándola. "No creo en las musas" se decía Ricky, pero ella, con sus cabellos/atuendo/guitarra negros seguía allí y (a pesar de los años) sigue allí.

"'En serio, Ricky?"

"Oye, pero no la conoces, apenas si has hablado con ella".

"La acción cura el miedo".

"Ricky, deja de hablar contigo mismo, ¿estás loco?".

Ricky se calla y sigue escribiendo, y ahora la ve, y sigue escribiendo. No la ama, tampoco la quiere, pero sigue escribiendo. Le gusta mucho y sigue escribiendo. Haría falta un click para que se conocieran de verdad y sepa qué pasaría si..., pero él no lo hará, sólo seguirá escribiendo.

"Hey, Ricky, cualquiera que te leyera pensaría que estás obsesionado y sabes que no es así, que solo te causa una gran curiosidad, porque te gusta, siempre te gustó, que quisieras salir con ella y conocerla".

Y él, con su computadora portátil, está a punto de clickear y mandarle un mensaje, pero no lo hará, no lo hará nunca y sólo seguirá escribiendo.

Lo que a él nadie le dijo es que ella aguarda por ese mensaje.

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